martes, 31 de diciembre de 2013

GÁTOVA - PICO DEL ÁGUILA - EL GORGO (28/12/2013)

La penúltima del año fue un "pensat i fet". La elegí, casi casi, deprisa y corriendo el viernes por la noche.
Abrí mi carpeta de las "pendientes" y casi con los ojos cerrados ésta fue la agraciada. Bueno, los agraciados fuimos Manolo Moliner y yo, que tuvimos ocasión de pasar una agradable mañana disfrutando de una ruta estupenda y cercana.
En principio pensaba salir con Sole pero a última hora del viernes sonó el teléfono:
- Paco, ¿sales mañana?. Era el gran Manolo M. y, ni qué decir tiene, se decidió a acompañarme. Y yo encantado.
Esto de planear una cosa así en un 28 de diciembre me recordó la "inocentada" que me organizó J.Manuel hace tres años (28 de diciembre de 2010, los Santos Inocentes subiendo al Pla de la Casa).Tres años después J.Manuel, y esto no es una inocentada, estaba pasando un guapo catarro.
La Calderona siempre es una buena zona para una cura de desintoxicación post-navideña. Y allá que nos fuimos Manolo y el menda, Sole se quedó en casa por esta vez.
Gátova representa el límite noroccidental del Parque Natural de la Sierra Calderona y en sus proximidades se encuentran dos de sus picos más altos, que visitaremos, el Pico del Águila con sus 878 m. y el Gorgo con 907 m., les supera en altura el Montemayor que sobrepasa por poco los mil metros.
Con las primeras luces del alba llegábamos al Molino de la Ceja (el acceso lo encontramos a la entrada del pueblo por una carreterilla que sale por la derecha viniendo desde Valencia).

El Molino de la Ceja ... a la vuelta de la ruta.
El Molino es una bonita reconstrucción de lo que debió ser en su día (se desconoce su origen) y perdió su funcionalidad inicial a finales del siglo XIX. Hoy está acondicionado como mirador. Hablando de molinos, más adelante encontraremos otro, el de Iranzo, gemelo del anterior y con su misma función.
Los primeros destellos del sol comienzan a destacar sobre la silueta de las lomas de la Calderona y nos regalan unas bonitas postales cuando comenzamos la marcha.

Vistas del Gorgo a la izquierda, la Peña del Caballo y a la derecha, el Rodeno


Ascendemos unos metros por la pista de Tristán para dejarla por la izquierda por una senda en ligero ascenso (hay fitas).

Primer desvío de la pista
Este camino rodea la ladera del pico del Tormo y nos regala preciosas vistas de Gátova a los pies del Pico del Águila, adonde nos dirigimos.

De izquierda a derecha: Manolo M., Gátova y el Pico del Águila
Una vez en el cordal que une estas lomas seguimos en dirección a ese segundo molino, el de Iranzo o de El Cachumbito.


Una ventana hacia el Mediterráneo

Lo visitamos y disfrutamos de una panorámica excelente de toda la Calderona que se extiende hacia el Camp de Morvedre y como telón de fondo, el Mediterráneo con las primeras luces del día.


Hacia el este con toda la Calderona
También destaca, hacia el norte, Espadán y esa montaña que aparece casi siempre, como un furtivo espontáneo que se cuela delante de las cámaras, el Penyagolosa.


Lo que nos queda hasta el Pico del Águila

Espadán y asomando detrás, el Penyagolosa
Continuamos el camino y llegamos al collado de la Covatilla donde conectamos con la pista que viene de Tristán. Hay un poste señalizador del GR-10.


La pista rodea el pico de la Buitrera por el este y llegamos a otro collado en la base del Pico del Águila. Allí, junto al mojón, hay otro poste indicador por donde se desvía el GR hacia Gátova.


Nosotros continuamos por la pista, ahora cementada, hacia el pico. Podemos evitar un par de curvas de la misma subiendo por un senderillo que está marcado. En la antecima del pico hay una bonita garita-refugio y un mirador que cae hacia el pueblo.




En la cima hay una caseta de vigilancia forestal y el vértice geodésico.


Excelentes vistas del valle del Palancia y de Espadán, el Camp del Turia, y hasta Javalambre.

Otra panorámica hacia el norte

Segorbe, más Espadán y el obicuo Penyagolosa al fondo
Bajamos de nuevo al collado y nos desviamos por la derecha (señal del GR) para rodear la Buitrera por el oeste hasta la pista del GR que seguimos en dirección Tristán-Serra.
A mitad de pista hacemos un alto para el almuerzo, cara al sol. Con esas vistas tan relajantes hacia el mar, charlamos sobre lo divino y lo humano. Se respira paz y tranquilidad hasta que una panda de estruendosos motocrosseros la rompe. Seguro que está prohibido su circulación y más en un Parque Natural. También hacen este recorrido algunos ciclistas y corredores.



Siguiendo las señales del GR, abandonamos la pista por la derecha y seguimos por la senda que recorre el frondoso barranco de la Mina.

Hacia el barranco de la Mina
Aparecen los alcornoques y los madroños.




Continuamos ahora junto al barranco de Agua Amarga hasta enlazar de nuevo con la pista de Tristán por donde circularemos un tramo.




En el siguiente cruce tomaremos la pista de la derecha en dirección al Gorgo, abandonando así el GR-10 (hay indicaciones).


Abandonamos el GR-10
Otro pequeño tramo de pista hasta localizar la placa de desvío al Gorgo. Allí sale una senda por la derecha que tomaremos.

Otro desvío hacia el Gorgo
Enlazamos con la pista de la Moratilla hasta un pequeño collado donde tomamos otro desvío (hay una placa) por la izquierda para ascender a este pico. Llegamos a otro colladito donde giraremos a la izquierda en el último y bonito tramo de ascenso.



Salvamos algunos bloques rocosos y llegamos al vértice (907 m.).


Junto al mismo hay una pequeña hornacina con personajillos y clicks de famobil de lo más variopinto. También hay un libro de firmas que cumplimentamos.


Como comentaba con Manolo estábamos en el Aneto de la Calderona. Tras las consultas de rigor, debo decir que estábamos en el Posets, no en el Aneto que sería el Montemayor (1015 m.).
Fotos obligadas y para abajo por el mismo camino hasta la pista.

Manolo en la bajada del Gorgo
Ahora por la izquierda hasta el Molino de la Ceja.

Vista atrás del Gorgo
Pero aún tenemos una sorpresa a orillas de la pista. Poco antes de un cruce de pistas hay que fijarse hacia la derecha para distinguir un resalte rocoso con un pequeño vallado encima. Es la entrada de la cueva de Sacañé.


Nos acercamos a visitarla aunque las zarzas lo invaden todo. Se distinguen dos cavidades a cada lado y se aprecia el hundimiento que dio origen a la cueva.




Volvemos a la pista y enseguida llegamos al fin de la ruta. Aún volvemos la mirada hacia atrás y nos despedimos del Gorgo y su escolta, la Peña del Caballo, y el Rodeno.


En el Molino de la Ceja departimos con un grupo de jóvenes senderistas antes de volver a casa.

Nos despedimos de Gátova
En la bajada pasamos junto a la Fuente del Tormo que parecía seca.
Como decía al principio, para ser la penúltima del año no ha estado nada mal.
Todavía tengo que contaros la despedida montañera del 2013 aunque me temo que será el año que viene, éste ya no da para más.
Adéu ... y gracias a Manolo por su compañía y su amistad.

Y QUE TENGÁIS UNA FELIZ ENTRADA DE AÑO, UN MONTAÑERO RECORRIDO DEL MISMO, Y QUE LO SUPEREMOS CON SALUD.
FELIZ 2014



martes, 17 de diciembre de 2013

UN PASEO POR LA SERRANÍA BAJA DE CUENCA (1) - MIRADORES DE LA SIERRA DE TALAYUELAS (14/12/2013)

Comienzo aquí un nuevo proyecto que rondaba mi cabeza desde hacía ya algún tiempo.
Pretendo daros a conocer parte de los senderos que recorren esta comarca. Tan cercana a Valencia y, paradójicamente, tan desconocida.
Siento una gran atracción por estas tierras limítrofes con nuestra Comunidad, no en vano han sido escenario de muchas de mis andanzas familiares y, digamos ... juveniles. Y claro, ésto marca y mucho.
A menos de hora y media de Valencia se encuentra Talayuelas, antaño uno de los pueblos más ricos de la provincia de Cuenca. Riqueza basada en la gestión sostenible de sus extensos y maravillosos pinares. Madera y resina generaban trabajo y capital.

Marcado para el "sangrado"


El "oro" líquido de Talayuelas
Hoy en día lo hacen en mucha menor medida, aunque no por ello los montes dejen de estar cuidados y limpios; por lo menos los que hoy os enseñaré.
Para empezar este periplo conquense elegí este pueblo y la sierra que lo ampara por el sur.
Sabía de la existencia del camino de los Miradores y decidí que sería el primer capítulo de la serie, espero que larga, intensa, excitante y un poco aventurera.
Pues allá vamos.
Antes que nada comentaros que el principal atractivo montañero de la zona y que muchos ya conocéis, es el    PICO RANERA que,con sus 1.430 m., es la cima más alta de la Sierra.


Mi intención para esta primera etapa era recorrer parte del marcado como PR-CU 18. Un PR que, por lo que he podido constatar, es de reciente creación y une, por lo alto de la Sierra, las poblaciones de Casillas de Ranera (primera población conquense que nos encontramos viniendo desde Valencia) y Talayuelas. De hecho, en la interesante e imprescindible web SENDEROS DE CUENCA este sendero no aparece como homologado.
Al llegar a la parte alta de la Sierra tenemos varios desvíos bien indicados que nos llevan a los Miradores, el principal atractivo de la ruta.
Yo decidí ir al grano y hacer la parte circular de este PR, precisamente la que transita por lo alto.
Serían unos 18 kms en total.
Pero una cosa es lo que tenía planeado y otra el resultado.
De esto tuvieron la culpa Miguel y Luna.
Y me explico, el punto de partida del recorrido está a un par de kilómetros del área recreativa de la fuente de Pie Mulo. Para llegar allí hay que desviarse de la N-330 por el kilómetro 222 (cinco kilómetros antes  de llegar a Talayuelas). Ojito pues el desvío sale por la izquierda y hay que tener cuidado al cruzarse la carretera. Una vez en la fuente continuamos ese par de kilómetros por una cómoda pista hasta un pequeño ensanchamiento junto a la pinada.
Eran poco más de las ocho de la mañana cuando llegamos, mi amiga Sole y yo, al punto de inicio, y allí había un coche. Aparqué junto a él y saludé a su ocupante. Resultó ser Miguel, un gran conocedor y enamorado de la zona (pasa los fines de semana en su casa de la cercana Aliaguilla). Sale siempre que puede a pasar el día por estas montañas junto a su simpática perrita Luna. Le expliqué el recorrido que pensabamos hacer y él se ofreció muy amablemente a hacernos de guía y acompañarnos con alguna variante sobre lo que yo había diseñado. Estaba claro, me puse en sus manos ... y dejé a Sole en el coche, ya me acompañará en otra ocasión.
Una verdadera casualidad que la diosa Fortuna me hiciera este regalo. Fue realmente una suerte encontrarme a esta pareja.
La mañana empezaba fresquita aunque mucho menos de lo que preveía. Comenzamos a andar siguiendo la pista que rodea la mole del Ranera por su escarpada cara noreste. Pasamos junto a una primera balsa que recoge las aguas del arroyo de las Parrillas y que servían de riego a unos abandonados huertos contiguos.

Luna en la balsa de riego
Más adelante pasaremos junto a otra charca donde, según Miguel, suelen retozar los jabalíes.


Enlazamos con la pista que viene del caserío de Polán y seguimos por la derecha. A nuestra izquierda, sobre la ladera de la montaña, aparece el vallado de lo que es una extensa finca cinegética. Vamos subiendo dejando el barranco de las Parrillas a la derecha.

Bajo las garras del Pico Ranera
Aparecen las primeras formaciones rocosas que nos acompañarán a lo largo de la jornada. De momento ya empiezan a llamar poderosamente la atención.



Llegamos al Collado del Pico donde podemos atravesar la valla y el paso canadiense.

Miguel y Luna en el primer alto en el camino

Nos acercamos para ver las estribaciones de la Sierra de Mira, Garaballa y el extenso Marquesado de Moya.

Al fondo la sierra de Mira y abajo Garaballa
Siguiendo en esa dirección, la pista nos llevaría hasta el Rento de Chicoteros (desde donde nace otra ruta de ascensión al Pico Ranera) y Garaballa. Lo dejaremos para otra ocasión.
Tras esta breve incursión en la finca, volvemos a la pista inicial para seguir en dirección al mirador de Peña Roya.


El camino sigue junto a la valla entre una frondosa pinada. Transitados un par de kilómetros llegaremos a un primer desvío por la derecha indicado como las Callejuelas.


Y allá que vamos, siempre con la simpática Luna correteando por delante. Se trata de un conjunto de sorprendentes formaciones rocosas (como el resto de miradores que visitaremos) constituidas por conglomerados triásicos sobre base de arenisca o rodeno.




Aquí dibujan estrechos pasos (las callejuelas) entre ellas donde vale la pena perderse un poco. Todavía no estamos en lo más alto de la Sierra y las vistas ya me dejan boquiabierto.



Volvemos a la pista para llegar al segundo mirador, el Pulpitejo.


Éste más espectacular si cabe. Una escalera esculpida sobre este gran bloque nos sube a su cima.


La gran mole del Pico Ranera se dibuja en todo su esplendor y detrás, la sierra de Aliaguilla.




El gigante más de cerca
Hacia el este la llanura de Sinarcas con sus campos y viñedos.
Allí mismo, acariciados por el sol, dimos cuenta del almuerzo.
De vuelta al camino llegamos enseguida al mirador de Peña Roya.


Otra increíble atalaya desde donde obtenemos las mejores vistas hacia la vertiente oeste, Talayuelas, Landete, castillo de Moya y hacia el norte la sierra de Campalbo y su parque eólico.

Talayuelas desde el mirador de Peña Roya




La sierra de Campalbo con sus molinos, detrás la sierra de Tortajada y al fondo Javalambre nevado

Panorámica hacia el oeste con Talayuelas al centro
La cámara ya hace rato que echa humo.
Estamos, ahora sí, en la parte más alta de la ruta (unos 1.300m.).

Estos postes nos ayudan a seguir la ruta
Volvemos a la pista en la explanada conocida como Placetilla de los Venados (haberlos haylos, dice Miguel) y continuamos hasta un cruce de pistas por donde se desdobla el PR. A la izquierda baja hacia Talayuelas. Nosotros seguimos por la derecha hasta el desvío del último mirador, el del Tormo, a poco más de un kilómetro.


Imperdonable no acercarse a él. Para mí, el que ofrece las mejores vistas. Subimos al peñasco ayudados por un par de peldaños de una escalera "en proyecto". La zona está siendo limpiada y las ramas se acumulan en su entorno.


Miguel se echa las manos a la cabeza al ver que han cortado un espectacular pino que se enraizaba entre las rocas.




El fantástico puntal nos ofrece inmejorables vistas hacia el noreste.

Hacia Talayuelas

Hacia el este con la Chupedilla a la izquierda, la laguna y el pico del Rayo



En este vídeo Miguel nos presenta todo el paisaje que se abre ante nosotros.

                                     




Sin comentarios.
Después de deleitarnos en este punto toca desandar hasta un poco antes del desvío. Veremos señales del PR que se va por la izquierda por un sendero.


Ya estamos de bajada. Ahora pisaremos un tramo de senda que no tiene desperdicio. Discurre por la pinada y está escoltada por bonitas composiciones rocosas.







Tras este breve paso por senda enlazamos con otra pista en el Puntal de Pie Mulo.


Allí toca girar a la derecha con el Ranera al frente.

Enlace con otro tramo de pista
Este tramo, conocido como el Madroñeral, hace honor a su nombre. Las laderas están preñadas de madroños.


Este estaba al principio de la ruta
Una verdadera pena que sus coloridos frutos hayan, ha no mucho, desaparecido. Debía de ser una auténtica fiesta para los sentidos. Me lo apunto para el próximo otoño.
Ahora tenemos otra perspectiva, esta vez desde abajo, de los primeros miradores visitados.


La pista acaba desvaneciéndose a la altura del barranco Fuerte por cuya margen izquierda nos bajará la senda en fuerte pendiente (por ahí tenía yo previsto subir). Según Miguel, tras las lluvias la senda se convierte en una fuerte torrentera.


Se acaba el camino y ...

... comienza la última senda de bajada.
Volvemos a enlazar con la pista del inicio casi en el punto donde habíamos dejado los coches. Un último vistazo de despedida a la sierra recorrida y punto final a una jornada inolvidable.

Vista de la cara este de la Sierra
Me despido de Miguel, a quien estaré siempre agradecido (estaremos en contacto), y de la simpática Luna. Yo, que no soy muy aficionado a los perros, nunca he visto a uno (una en este caso) tan feliz y alegre.
Ya de vuelta, parada en la fuente de Pie Mulo para llenarle unas garrafas a mi padre.


Un devoto de su agua.
Y para casa con la alegría de haber recorrido una joya de nuestra geografía, más cercana de lo que parece. Un territorio por descubrir y en ello estaré, poco a poco, saboreándolo sorbo a sorbo.
Adéu.